Destacada resulta toda la obra del artista indígena, de la comunidad inga, Carlos Jacanamijoy Tisoy (Santiago, Putumayo, 1964), quien se tituló, en 1991, como maestro en artes plásticas, con énfasis en pintura, de la Universidad Nacional de Colombia. Fue en este espacio universitario, abierto a las inquietudes de los jóvenes que procedían de diferentes latitudes, donde se concretó el anhelo de convertirse en pintor, proceso que el artista había iniciado en la ciudad de Pasto en 1984, cuando ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Nariño. El maestro Jacanamijoy hizo, además, estudios de filosofía en la Universidad de La Salle (1989-1990), tema que abarca uno de sus principales intereses intelectuales y que, sin duda, le da soporte a sus manifestaciones personales y artísticas.
La obra de Jacanamijoy surge de la interacción del artista con un espacio específico: El valle del Sibundoy y sus tierras aledañas, las cuales se extienden hasta las selvas del Putumayo. Fue el historiador del arte Álvaro Medina quien acuñó el concepto de “abstracción realista” , idea que permite entender ese puñado de trazos multicolores y tonales, todos presentes dentro del rico universo pictórico del artista, el cual tiene origen en la reflexión que este ha hecho acerca de su tierra natal, una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo. La obra de Jacanamijoy es rica porque él es una persona inteligente, pero además gracias al respeto cotidiano que expresa de la cultura de los ingas, todo un puñado de valores espirituales que guían el aprovechamiento de los elementos de la naturaleza, entre ellos algunos prodigios de la botánica, como la ayahuasca o yagé.Si bien los trazos que aparecen en la obra de Jacanamijoy pueden llegar a tener vínculos con los procesos rituales que permite el yagé entre los ingas, planta que tiene efectos místicos y alucinatorios; no se puede aseverar que dichas imágenes sean una simple mímesis del medio natural que el artista vio durante su infancia y adolescencia, tomado de la mano de su padre. Es en ese sentido que Álvaro Medina se refiere a un proceso, por medio del cual el artista abstrae aspectos de esa realidad para construir un complejo sistema de signos gráficos o “grafemas” que guían la obra y que con seguridad se afilian a la cosmogonía de un pueblo que estuvo bajo la influencia del pueblo inca, aquel que se extendió desde la Pucará de Tilcara en la región de Jujuy en la Argentina hasta la ribera del río Mayo, unos kilómetros al norte de la ciudad de Pasto en Colombia, y cuya presencia es evidente en cuanto que la lengua quechua es la que hablan los indígenas del valle del Sibundoy.Jacanamijoy ha merecido amplio reconocimiento, su obra hace parte de importantes colecciones internacionales, una de ellas el National Museum of the American Indian en la sede de Washington D.C. (Estados Unidos de América), institución que además incluyó a su hermano Benjamín Jacanamijoy Tisoy entre los más destacados pintores indígenas del continente americano.
Este aspecto es importante, porque para los Jacanamijoy la vida familiar tiene un sentido profundo, en cuanto que gira alrededor del respeto que se les rinde a los padres, abuelos y ancestros, quienes han transmitido conocimientos y valores ancestrales a una comunidad que ve en el chamán al individuo que logra comprender los secretos que gobiernan a todo un territorio sagrado, identificado con el Putumayo.Para Carlos Jacanamijoy “la historia se ha contado desde un modelo de dominación donde quien gobierna es el hombre blanco”; en ese sentido él ha logrado, a través del posicionamiento internacional de su obra, que el modelo colonial se invierta a favor de la estética y narrativa del indígena. Hoy, coleccionistas y galeristas luchan por tener una de sus pinturas, los precios pueden llegar a ser muy elevados, y en ocasiones quienes poseen los cuadros no alcanzan a comprender el conjunto de significados profundos que poseen sus obras. Sorprende que el hombre blanco satisfaga sus ansias de posesión del mundo a través del autoengaño; pues son pocos quienes se han tomado la tarea de escuchar las explicaciones que el Jaca brinda acerca de sus obras, bien sea a modo propio o a través de investigadores como el profesor Álvaro Medina de la Universidad Nacional de Colombia. Al respecto, resulta muy útil el catálogo de la exposición retrospectiva que organizó el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 2013, allí figura un esquema que muestra una parte de la vasta jeroglífica presente en las obras de Jacanamijoy .Ojalá en un futuro no muy lejano, los investigadores logren construir un catálogo razonado de los símbolos indígenas del mundo, el cual permita descubrir alternativas lingüísticas, plásticas y epistemológicas acerca de cómo estos pueblos “originarios” han vivido en armonía con el medio natural y durante períodos muy prolongados .
Es en esa senda que Carlos Jacanamijoy se constituye en decano del saber iconográfico inga, la tarea de quienes entran en contacto con sus obras es dejarse llevar por el deleite plástico que el artista domina con sabiduría; pero además tratar de adentrarse en el conocimiento de una cultura rica y desconocida para los colombianos. La noticia es buena, pues existe una jeroglífica que explica la obra del pintor Jacanamijoy y su piedra rosetta es la voz del propio artista.Desde 1991, en tiempos de una nueva Constitución, Carlos Jacanamijoy hizo de la pintura su forma de comunicación y expresión personal. Así como muchos desconocen las normas y bondades contenidas en nuestra carta fundamental, también son otros tantos, quienes en Colombia manifiestan desprecio por las ideas de los indígenas y demás grupos humanos que han sido llevados, por obligación, a ser subordinados o marginados. Corresponde hoy tener mayor arrojo y carácter para atreverse a entrar a los mundos mágicos que proponen estas comunidades excluidas del mapa artístico y cultural colombiano.En tiempos en que brotan a borbotones los anhelos de paz, le conviene al pueblo colombiano empezar a escuchar la voz sabia de sus indígenas. La obra del maestro Jacanamijoy Tisoy es todo un tratado de filosofía visual que habla de lo que somos, hemos sido y seremos. Sabe bien el artista que su obra trasciende los anhelos fetichistas de coleccionistas, aduladores y mercachifles; es en esa medida que él regresa de manera constante al valle del Sibundoy para no perder contacto con los congéneres y sus imágenes, aquellas que proceden de los páramos o del fondo de la selva, a manera de visiones místicas (neblina, rocío, torrentes de agua, ventisca, caídas de frutos y hojas, rugidos, movimiento de ramas de árboles, croar de ranas, etc.) y enriquecidas por la sabiduría de un joven chamán que apenas ronda los 52 años de edad.En esta ocasión, la obra destacada no es un solo cuadro, pues se trata del conjunto de obras pintadas con maestría por Carlos Jacanamijoy; ellas conforman todo un tratado de reivindicación silenciosa de los derechos de las comunidades indígenas y constituyen una lección de cómo es posible hablar otros lenguajes diferentes al convencional, aquel propuesto por el rigor mortis capitalista, industrializado, globalizado y tecnificado. Colombia necesita otras narrativas, otras oportunidades, el Jaca egresado con honores de la Universidad Nacional de Colombia así lo ha demostrado.