Foto: CAPADOR
El nombre genérico de capador que se da en los departamentos de Cundinamarca, Santander, Tolima y Huila se debe a la curiosidad costumbrista de que los veterinarios empíricos que recorrían las haciendas ganaderas para prestar sus servicios de “castrar” o “capar” animales (extirpación de testículos), anunciaban sus pasos por las veredas con el toque de estos instrumentos rústicos, de modo similar a como en las ciudades se llegó a usar entre afiladores y soldadores, quienes hacían sonar una pequeña armónica metálica. El nombre técnico del capador es el de Siringa por memoria de la leyenda griega de esta ninfa con el dios Pan de las florestas. Se le conoce también como chiflos en Boyacá, castrera o caramillo. En la enciclopedia de Instrumentos Folclóricos de Colombia publicada por el Patronato Colombiano de Artes y Ciencias, se describe al Capador, “como un instrumento proveniente de los indígenas, hecho de caña de carrizo, de cuatro a cinco canutos, atados a la par. Cada uno de estos tenía un punto más alto que el otro, parecido a las flautas de los órganos. Estos cuatro canutos eran diferentes el uno del otro (Comentarios reales de los Incas, Garcilaso de la Vega, 1945)”. Las escalas utilizadas en este instrumento son pentatónicas y varían según el tamaño de la serie de cañas que se junten en cada instrumento. Se utiliza como instrumento melódico en tonadas populares como: torbellino, bambuco, pasillo, danza criolla.
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