Desde 1999, cuando se coronó como rey vallenato, Hugo Carlos Granados dejó los festivales. Tenía las coronas que quiso: la infantil, aficionada, rey de reyes de aficionados, en el 97, y la de rey profesional. Solo le faltaba la de rey de reyes y se alzó con esa en la madrugada del 1 de mayo de 2007, en el Coliseo del Parque de la Leyenda, en Valledupar. Es el único rey vallenato que tiene cinco coronas distintas. Proveniente de una familia entrañable para los vallenatos, Hugo Carlos, de 41 años, volvió a festivalear para competir contra 18 reyes, entre ellos su hermano Juan José. En una final en que la sorpresa fue que Ómar Geles y Saúl Lallemand quedaron por fuera. Ya entre los cinco -junto con Ciro Meza, Navín López, Álvaro López y Raúl El Chiche Martínez- el pueblo le dio su voto unánime: Ese es, ese es , gritó el coliseo después de su presentación. Y el jurado le dio la razón. Durante el concierto de Jorge Celedón, se anunció el fallo. De inmediato, Celedón llamó a Hugo Carlos para que lo acompañara en el acordeón. El nuevo rey de reyes, que camina poco y concursó apoyado en un butaco, debido a un accidente ocurrido hace cinco años, apareció en escena con la leyenda: Gracias Dios , sobre la camiseta. Gonzalo El Cocha Molina, rey de reyes 1997, le ciñó la corona, especialmente elaborada para la ocasión. En casa, Ovidio Granados y Ninia Córdoba, sus padres, siguieron las eliminatorias por radio y televisión. Si voy, ellos (mis hijos) se ponen nerviosos y yo también , explicó Ovidio, reconocido técnico de acordeones. Afirmó que no dudó de la victoria de Hugo Carlos, porque a pesar de que los demás eran buenos, él no tenía rival. Todos, incluido el mismo Juan José, presentían la victoria de Hugo Carlos, porque a lo largo de su vida, el nuevo rey de reyes solo ha tocado vallenato tradicional, en parrandas y festivales. No he hecho vallenato comercial, esa fue mi ventaja -dijo Hugo Carlos al amanecer-. Toda mi carrera la hice con el vallenato ciento por ciento puro. Por eso nunca tuve miedo . Al oírlo, Juan José abrió un acordeón y le dedicó las primeras notas a su hermano. Al mediodía de ayer todavía la casa era el epicentro de una gran parranda.