Miguel Ramos, Elí Santiago Rodríguez y Raúl Colmenares, son los máximos exponentes de esta tradición de origen medieval, muy común en los llanos colombo-venezolanos, aunque su práctica se encuentra en alto riesgo de desaparición, pues no existen muchos cultores de esta modalidad. Los cantos de velorio se realizan como agradecimiento a una petición concedida por el santo de la devoción del peticionario, desde las 6 de la tarde hasta las 6 de la mañana del dia siguiente, teniendo como centro una mesa adornada con santos, flores y velas. Participan 3 cantadores, uno de los cuales es el llamador; los dos restantes le hacen el coro con el acompañamiento de un bandolista y un cuatrista. Mientras los cantadores interpretan las tonadas, los asistentes guardan relativo silencio entreteniéndose con varios juegos de pantomima como la Marisela, con el fin de acompañar toda la noche al peticionario hasta terminar el velorio. A las 6 de la mañana, se guardan los santos con una procesión por los alrededores de la casa y empieza el jolgorio como un símbolo para celebrar que el peticionario terminó su promesa.
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